LA ARROGANCIA, EL DEFECTO DEL LÍDER
En la década de 1950 Ben Laker nos dice que los directores ejecutivos eran desconocidos fuera de la empresa, evitaban a la prensa y hablaban solo con frases redactadas por los departamentos de relaciones públicas. Los líderes de hoy cada día son más visibles y lo que intentan es crear su propia marca personal, las redes sociales y las nuevas comunicaciones hacen que esto sea cada día más fácil y posible, pero ¿Cuáles son las consecuencias de volverse famoso y dejar de escuchar a las personas que están a tu al rededor?
Tras la llegada del Covid-19 las formas de trabajo tradicional se mudaron a formas digitales y remotas. Las nuevas tecnologías que nos rodean nos permiten un mundo hiperconectado en cuál aprender, comunicarse y trabajar a distancia de manera sencilla, pero … ¿Qué pasa con los trabajos en equipo?
El principal reto está en la organización del trabajo y aún más importante del equipo. Sin un líder a cargo, los miembros del equipo y el líder mismo son susceptibles a ser arrogantes, ya que, al perder comunicación con las personas a su alrededor, la retroalimentación y la colaboración disminuye, dejando una sensación individualista.
El líder debe reconocer el momento en el que ocurre un fallo y requiere hacer ajustes, o cuando simplemente toma decisiones para sentirse superiores a los demás. Si el líder se cree el único acreedor de reconocimiento por el éxito de un proyecto o trabajo, inevitablemente llegara a una baja en rendimiento ya que el éxito nunca se debe al esfuerzo y trabajo de una sola persona.
En los equipos de trabajo se convive y se comparte tanto que los integrantes se llegan a involucrar tanto en la vida personal como laboral, y si no se tiene un líder con las habilidades necesarias podría significar el fracaso del proyecto y/o la disolución del equipo mismo.
Los grandes líderes deben comprender y sobrellevar la información que proporcionan a sus equipos para que de esta manera todo tenga un sentido y se trabaje por un objetivo común. Deberíamos poner más atención en las personas que realmente inspiran y que nos hacen ver que la vida y nuestros ideales pueden cambiar.
Un gran ejemplo es Simon Biles que decidió retirarse en distintas competencias al escuchar su cuerpo y mente, sabemos que los deportistas de alto rendimiento son personas con disciplina muy estructurada, podríamos compararlos o asimilarlos como líderes y directivos, pero se necesita valor para poder escuchar ya sea a tu equipo o a tu propio cuerpo y lograr expresarlo.
A continuación, Morela Hernandez y su colega Cristiano Guarana nos comparten 3 pasos importantes para lograr una escucha activa e involucrar al equipo para que exista una correlación y poco a poco hacer que la arrogancia disminuya:
Paso 1: Acepte la tensión que proviene de la gama completa de opciones.
Adoptar una amplia gama de puntos de vista permite seguir probando perspectivas propias y suposiciones.
Paso 2: No huyas del estrés.
Un simple ejercicio: cambia a un canal de noticias o estación de radio que te enoje. Escuche el tiempo suficiente para permitir que su reacción emocional se estabilice (o disminuya) para que su mente pueda procesar lo que se dice.
Paso 3: Aborda el daño.
Los daños no provocarán una reparación automática; más bien, debemos hacer tiempo para ello y emplear la ayuda de otros. Esto podría implicar buscar a otras personas que lo ayuden a trabajar a través de una perspectiva que está teniendo dificultades para procesar, o hacer preguntas para comprender perspectivas diferentes a las suyas.
La arrogancia podría ser la actitud que lleve al líder y al proyecto al fracaso. Probablemente la definición de éxito no sea la misma para todos, pero el que un líder tenga un impacto positive en las actitudes y resultados de su equipo si lo es.
Basado en “Why modern executives are more susceptible to hubris than ever” de B. Laker y “The problem with certainty” de M. Hernandez del MIT Review 2021